Está usted delante de los retratos del príncipe Albrecht y la princesa Ebba de Solms-Braunfels. Si todavía está frente a la colección de trofeos del Príncipe en el museo familiar, mire en su pantalla.
¿Pero cómo ha podido llegar a vivir una finlandesa a Braunfels ?
La princesa Ebba nació en Helsinki en 1850 y era hija de un gobernador del norte de Finlandia. Ya de niña causaba sensación. Era lista, dotada de idiomas y además muy hermosa. Después de pasar su infancia en el norte de Finlandia, sus padres la enviaron a un internado suizo, donde aprendió francés, alemán y ruso, además de finés y sueco.
En la primavera de 1889 viajó a Wiesbaden para reunirse con familiares y se alojó en el hotel balneario Quisisana. Al mismo tiempo, el príncipe Albrecht de Solms-Braunfels se alojaba allí. Estaba en la ciudad balneario para curarse sus heridas causadas en la guerra franco-prusiana. El destino los unió: ¡solo seis meses después se casaron!
Dos años después de la boda, el príncipe Albrecht asumió la tutela del último príncipe de la Casa de Solms-Braunfels, que era su sobrino menor de edad Jorge Federico de Braunfels. Promocionó que la ciudad se convirtiera en una ciudad balneario. La construcción del balneario Kneipp, por ejemplo, se debe a él. El propio padre Kneipp inspeccionó las instalaciones en 1892. El "Solmser Heim", un hogar para ancianos y huérfanos que fundó en 1893, también es testigo de la generosidad del príncipe.
Su esposa Ebba era políticamente muy activa en su país, Finlandia. Mientras Rusia restringía cada vez más las libertades de Finlandia a partir de 1899, Ebba utilizó de forma muy hábil sus contactos con la alta nobleza europea y los principales políticos para allanar el camino hacia la independencia de su país. Rusia se dio cuenta y se vengó, aterrorizando y expulsando a la familia de Ebba.
En la iglesia del castillo, la hermosa ventana del coro central conmemora a la princesa Ebba; ella la donó a la iglesia en 1904.
Alle Abbildungen: © Schloss Braunfels
